¡Feliz Navidad!

La temporada de Navidad es una época para reflexionar y actuar de acuerdo con las bendiciones y oportunidades que tenemos por el nacimiento, vida, expiación y resurrección de nuestro Salvador Jesucristo. Dado que nuestro Padre Celestial “de tal manera amó… al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito”, expresamos nuestro amor el uno hacia el otro y hacia Dios y Su preciado Hijo al dar de nosotros mismos.

Porque cuando mantenemos el espíritu de la Navidad, mantenemos el Espíritu de Cristo, porque el espíritu de la Navidad es el Espíritu de Cristo. Eliminará todas las distracciones que nos rodean que menoscaban la Navidad y reemplazan su verdadero significado. 
No hay mejor momento que ahora, esta época navideña, para que todos renovemos nuestro compromiso a los principios que Jesucristo enseñó.

Gracias a que Él vino a la tierra, tenemos un ejemplo perfecto a seguir. Al esforzarnos por ser más como Él, tendremos alegría y felicidad en la vida y paz cada día del año. Es Su ejemplo que, al seguirlo, hace que dentro de nosotros sintamos más bondad y amor, más respeto y preocupación por los demás.

Debido a que Él vino, nuestra existencia mortal tiene sentido.

Porque Él vino, sabemos cómo llegar a los que tienen problemas o están en peligro, estén donde estén.

Porque Él vino, la muerte ha perdido su aguijón, la tumba su victoria. Volveremos a vivir porque Él vino.

Porque Él vino y pagó por nuestros pecados, tenemos la oportunidad de ganar la vida eterna”. (Presidente Thomas S. Monson, Devocional de Navidad de la Primera Presidencia de 2011)




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